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viernes, 9 de abril de 2010

Telde: Espiritismo y Sangre


En tierras ibéricas el espiritismo llego a ser una fuerza importante, y hoy día es difícil imaginarse que en todas las provincias españolas ha habido sesiones espiritistas, médiums y sacrificios que se ofrecían para contactar con aquellos que habían perecido de una forma violenta, como ocurría en muchas localidades especialmente en Canarias.
Pocos lugares han quedado tan marcados por un hecho sangriento como la ciudad Gran Canaria de Telde. Sus calles luminosas aun esconden evidencias de aquella historia oscura e incomprensible que aterrorizo a todo el lugar. En Islas Canarias hay una gran influencia de vudú, santerismo y magias probablemente procedentes de América.
Durante muchos años la casa de las espiritistas de la calle Juan Diego de la Fuente estuvo maldita, nadie quería acercarse a aquel lugar de brujería, hasta que la familia de Paula Quintana, decidió ocupar aquel lugar donde en 1930 un macabro hecho había acontecido.
1930: Aquellas tres mujeres habían aprendido a comunicarse con los muertos, Fernando, el único varón de la familia había muerto en circunstancias misteriosas, y se manifestaba en las sesiones que su madre y hermanas solían realizar en la casa. El alma de Fernando no lograba hallar el descanso y exigía un sacrificio en la familia. Las personas de aquella ciudad sabían que en aquella casa se practicaba la brujería desde antes de la muerte de Fernando.
Aurelia, una de las hijas había sido la elegida para aquel rito de sangre, el 28 de abril de 1930. La joven había aceptado aún a sabiendas de lo que sufriría en manos de su madre y hermana. El primer paso era limpiar su cuerpo de los malos espíritus. Por un instante la miraban con una gran ternura, pero de repente comienzan a golpearla como si se tratase de un muñeco, una cascara vacía, a los pocos minutos a la joven le fallan las fuerzas y cae al suelo inconsciente.
Mucha es la gente que ven lo que ocurre, pero no intervienen. Aurelia es acostada en una cama y comienzan a apuñalearla con una aguja de unos 10 u 12 cm de largo por 1 cm de ancho, recorriendo su cuerpo minuciosamente comenzando por las piernas y los brazos como si quisieran prolongar su sufrimiento, aquel trance dura varias horas hasta que finalmente Aurelia muere desangrada con unas 200 heridas. Aurelia probablemente pudo liberarse de gran parte de su dolor porque cayó en estado de coma casi enseguida.
Tras recibir un prolongado tratamiento psiquiátrico las espiritistas regresan a su casa en Telde, pero son rechazadas por los vecinos por tratarse de un mal augurio toparse con ellas. Aquellas dos mujeres vivian en un mundo irreal, y sus creencias terminaron por abrir una peligrosa puerta al mal.

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